domingo, 20 de noviembre de 2011

Dolor


Trago amargo, por favor


Sientes un viento frio que recorre tu cuerpo
cuando te encuentras solo, abatido y casi muerto.
Y un retumbar de voces en tu cabeza,
cuando tus preguntas no obtienen respuestas.

Ves impotente como la vida se escurre entre tus dedos.
Sientes que cada paso dado fue incorrecto.
Que tal vez el camino es otro, el mas ligero, el de todos.
Y de a poco sientes como las lágrimas pesan en tus ojos.

Te cubres los ojos al pasar frente a un espejo,
deseando ver en ti lo que siempre has querido.
Pero golpeas tu autoestima al no sentirte bello
y el dolor que deja marea tus sentidos.

Cuando no logras lo que te propones
y ves como tus metas se alejan de ti,
sientes un vacio, solo un silencio.
Mientras observas a la gente reir.

Cuando has perdido la confianza en la gente,
cuando la has perdido inclusive en ti.
Cuando un trago no es suficiente.
Cuando quieres desaparecer, solo huir.

Sientes que lo que das no es suficiente
y un sabor amargo se cuela entre tus dientes.
Te recuestas abatido esperando una señal
Talvez mas paciencia, quizás el final.

Duele el presente, el pasado aun más
¿Sera el futuro suficiente aliciente
Para levantar la frente, y encaminarte una vez mas?
¡Quita amargo trago esta sensación de mi mente!

domingo, 30 de octubre de 2011

Temor

Ella

¿Te acordás cuando de pibe corrías por la plaza y te quedabas quieto cada ves que la veías? Buscabas desesperadamente donde esconderte y te temblaba todo hasta que ella no se iba.
 ¿Y recordás cuando creciste y te paso de nuevo? Esa vez lo diste todo, entregaste de vos cosas que ni siquiera sabias q tenias. Te entregaste completamente sin importar lo que vendría después. Y bien hecho, por que aunque hoy te duela en esos momentos fuiste feliz.
Y ahora estas nuevamente flotando entre tules, corriendo por verdes praderas esperando el tan ansiado y lejano abrazo.
Te fascina estar con ella, es tan tierna, tan amable, tan sencilla, tan linda a su manera. Dueña de una sonrisa que te derrite, que te hace volar. De unos ojos que te hipnotizan y te transportan a otro mundo. Cuando te habla casi no distinguís sus palabras, porque su vos se confunde con el canto de una sirena invitando al mar a su enamorado. Su voz se confunde con un violín tan dulce y melancólico a la vez, que te mantiene preso pero sin cadenas. Sos un reo por convicción, porque no podes salir y porque te gusta serlo.
Es algo tan hermoso, algo que creías que nunca lo volverías a sentir. Pero ella no lo sabe. No tenés la fuerza para decírselo, porque luego de confesárselo  nunca más te vera como ahora, y lo que sentís por ella se desvanecerá.  Aunque quieras ser más, para ella solo sos su amigo. Deseas con toda el alma tenerla, pero te da miedo perderla, te da miedo decírselo todo y quedar destruido otra vez.
Y aun sabiendo que no vas a conseguir nada, seguís a su lado. Seguís acompañándola, escuchándola, la haces reír y le regalas tu hombro para secar sus lágrimas. ¿Y por que? ¿Masoquismo? No creo.
Será por que es tan hermoso sentir “eso” de nuevo. A su lado sos un ser efímero y volátil, dejas de ser un humano, te desprendes de tu cuerpo y te dejas llevar sin atarte a los limites de este mundo.
Será porque estas cansado de ser fuerte en un mundo que te golpea constantemente y querés sentirte frágil al lado de alguien y, de esa manera, ser tal y como sos.
Aunque te de vergüenza, te sentís como el nene enamorado que fuiste alguna vez, pero ya no te escondes, estas ahí a su lado siempre que te necesita; aunque realmente vos sos el que necesitas estar a su lado, para sentirte útil, completo, porque encontrás en ella lo que habías perdido: el amor.
          Y así sientas rabia, y la ira te invada por momentos, por otro lado te sentís feliz, porque ella lo es, aunque no sea a tu lado.
        Te conformás con tenerla de amiga y de fingir que no sentís nada...y tratas de convencerte que cruzarte con ella solo fue una casualidad.
Querés simplemente sentir esas mariposas en la panza, las manos sudadas, simplemente mirarla, no pedís más, porque con que te diga hola es suficiente.
Sos feliz con una sonrisa, con un abrazo, con un beso. Ya no pedís más, porque en secreto y en silencio, la miras y le decís te amo.
            Nadie puede juzgarte ni tratarte como un cobarde, solo vos sabes porque lo haces. Tranquilo, algún día te vas a animar y si no, por lo menos en tus sueños la vas a tener. En tus sueños será tuya.

sábado, 15 de octubre de 2011

No te hagas la cabeza


No te hagas la cabeza

Hoy tu cabeza deambula, naufraga en un mar de dudas; esta inmersa en un inmenso océano de infinitos recuerdos, de acontecimientos futuros, de palabras sin sentido, de frases cruzadas y superpuestas sobre imágenes sombrías.

Sentís que tu cerebro explota, que no aguanta la presión que ejercen los pensamientos que se desbordan por tu mente.

Te encontrás entre cuatro paredes que se van cerrando cada vez más, y aunque lo intentes desesperadamente no podes escapar del cuarto. Corres frenéticamente de un lado a otro buscando alguna salida… pero esta tétrica y oscura pieza no muestra intenciones en dejarte ir.

No te deja ver más allá de la oscuridad, no podes ves el exterior ni logras vislumbrar un ápice de luz.

Te quedas flagelándote, golpeándote la cabeza, ahogando tu voz hasta que tu garganta te quema, llorando en silencio. Tratando de no recordar, tratando d no pensar…pero es inútil. Las imágenes no se van, no se van, no se quieren ir. Están para amargarte, para romperte el alma, para partirte el corazón.

Te sentís vacío, impotente, desesperanzado. Ya no podes estar parado sin ver más que la oscuridad. Deseas que todo termine, así tengas que  ser parte de esta eterna nada para que ya no sientas, para que ya no duela, para no tener que hacer frente a tus problemas, para olvidarlo todo.

Caminas tratando de calmarte y de acomodar tus ideas, y a medida que transitas el cuarto sentís que se vuelve inmenso, infinito y que tus pasos no te llevan a ningún lugar. Solo te hacen dar vueltas sobre vos mismo. No ves que haya solución y rogas a Dios que acuda en tu auxilio.

Ya no aguantas mas, no aguantas el estar acá. Deseas que todo acabe, no querés seguir peleándola, sentís que es inútil, que cada paso que das es en vano,

Gritas con todas tus fuerzas “por que a mi” pero tu voz no sale, desaparece en este inmenso vacío, en el que te sentís ínfimo e inútil. Te olvidaste de lo que sos y de lo que vales. La angustia y la soledad pudieron mas esta vez.
  
No paras de llorar, tus manos por un momento soportan tus lágrimas, pero estas queman a tal punto que no podes retenerlas sobre tu rostro y se escapan a chorros por todo tu cuerpo.

En el preciso momento en que quitas las manos de tus ojos vez luz, ves el verde que te rodea, y te das cuenta de que el tenebroso cuarto estaba en tu mente. Vos solo tenias los ojos cerrados, estabas hundido en un pozo que no existe, que solo vos creaste para no tener que afrontar ese problema que no te deja dormir.

Ahora ves todo con más claridad, te sentís capaz de lograrlo, de vencer esa barrera y seguir adelante.

Dale, levantáte y hacélo que depende de vos. Nada es tan grande e imposible, nada es tan negro y angustiante. La vida es del color que vos elijas, la vida depende de cómo la veas. 



sábado, 8 de octubre de 2011

Amor


Ay amor, como has escapado de mi


Ay amor como has escapado, de la prisión que te han cedido
las pasiones, los instintos, los impulsos del cristiano,
que a oscuras se revelaron de su Cristo redimido.

Lo más puro del humano incrédulo del paraíso,
el cual vive disfrutando, no sufriendo;
recorriendo la tierra sin mirar al infinito.

¿Cómo has escapado de la celda en la que has nacido?
¿Cómo has surcado los peligros, de tu ansiada libertad?
Ay amor, ¿por qué te has ido si era otro tu camino?

Te he creado para olvidarme del infierno y sus castigos,
de la renuncia a la vida a cambio de  la eterna paz.
Te di vida para pintar con tus colores el gris de mi destino.

Pero has huido de tu misión, has escapado de tu fin
y de a poco te has transformado en mi prisión.
De reo a carcelero te has convertido amor ruin.


Y sin saberlo, primero, sin querer admitirlo luego
me he convertido, poco a poco en  prisionero.

Eras solo un instrumento amor, mi creación más perfecta
pero como todo travieso niño, crece y de su padre se aleja

Y ahora juegas conmigo vil sentimiento, sin consultar
siquiera que siento, que es lo que quiero y puedo dar.

Juegas con tu flecha alrededor mío, y a tu antojo vengo y voy.
Te he creado como instrumento Cupido y te has convertido en un Dios.

martes, 27 de septiembre de 2011

Dolor

Entre dolores caminaba
Sobre un fuego que ardía.
Y mientras me convencía
de que nunca acabaría,
  el dolor se dilataba.

El paso del tiempo me cansaba,
el paso del tiempo me dolía.
En mi cuerpo no existía
tristeza ni alegría,
solo un vacio que pesaba.

¿Quién puede encontrarse ileso
si le arrancan de sus manos
de nuevo otra ilusión?

¿Quien puede sentir siquiera un beso
si olvida reclamar
de regreso el corazón?

domingo, 4 de septiembre de 2011

Libertad


La libertad se esconde en una botella


Llegué muy temprano y sin apuros, ambas cualidades poco explotadas por mí. El tiempo no es amigo mío, generalmente me engaña o me asusta. Antes lo llevaba colgando en mi muñeca, pero su peso era insoportable. Corría de un lado a otro tratando de llegar medianamente temprano a cualquier lugar. Esa sensación de ver que el tiempo se desvanecía, me volvía loco. Parecía que era yo quien estaba colgado de él. ¿A quién se le habrá ocurrido crear el manicomio de 24 horas? Hay veces que uno se pregunta: “¿por qué tan poco tiempo?”, sobre todo en momentos como el que se avecinaba. Creo que es el espíritu de la juventud ya que dicen que los viejos se preguntan lo contrario mientras esperan ansiosos algo fuera de lo común, inclusive la muerte. 

Convencido ingenuamente de la lejanía de aquel oscuro acontecimiento, llego temprano y sin apuros a este mas colorido. El lugar se encuentra apacible y casi desierto. Murmullos criollos contrastan la música extranjera que suena muy despacio. Sin embargo, en mi interior se que este ambiente cambiará de repente. La experiencia me ha demostrado que los estados tan tranquilos duran poco, son la antesala a algo grande, ruidoso y muchas veces caótico. Son como dicen, “la tranquilidad que antecede a una tormenta”.


Como en gotas van cayendo amigos. Se los ve distintos a la luz de la luna, pero son ellos. No por el brillo del satélite, sino por sus vestimentas y accesorios, muy elegantes e inútiles para la vida práctica que llevamos habitualmente. Ya no los recordaba de esa manera. Su sola presencia va mermando la tranquilidad del lugar, o tal vez la mía. 

Al marcar las cero horas, veintiún abriles automáticamente se hacen presentes en uno de los concurridos. Es la excusa de esta reunión, es el motivo ineludible de nuestra presencia. Entre risas, ironías y algún que otro comentario fuera de lugar va avanzando la noche, al ritmo de la música y del tintinear de copas y botellas vacías.

De a poco, los desconocidos se hacen amigos, los amigos más amigos todavía. La hermosura de las mujeres se hace más evidente. El cortejo se va llevando a cabo de manera natural, de manera inconsciente, a través de una mirada o una sonrisa. Simplemente el instinto se hace presente y de manera mecánica entiende lo que la razón demora o impide.

De pronto, sin darme cuenta me encuentro sumido en un mundo que ya extrañaba: sin horarios, sin compromisos. Ni deudas ni tabúes pueden manchar este eterno instante dionisiaco. Totalmente opuesto a largas semanas inventando horas para que, con la ayuda de varios cafés nocturnos, Sampieri y Sautu puedan ingresar a mi cabeza.

La moral aprendida queda de a poco en un segundo plano, las responsabilidades en tercero, los estudios en cuarto. Los contratos sociales se desvanecen solo por este momento. Las potentes e ineludibles garras que nos sujetan a la sociedad se quiebran por un limón y un vasito de vidrio. La libertad viene en forma de botella.

El cuerpo molesta, la quietud de la silla no se soporta. ¿La música subió o son mis oídos que se agudizan? De a poco el estudiante se vuelve artista. El movimiento se hace presente, de manera frenética por momentos, de forma sensual en otros. El canto participa de igual manera en un inglés imposible de entender. Pero la idea no es entenderse, es desconocerse. Entre nosotros, con nosotros mismos, aunque de hecho nos conocemos mejor en estas situaciones, aunque sean pocas.
Los cuerpos se juntan, se mueven al compás de cualquier ritmo. La cumbia, el techno, el rock, todo se baila igual: al ritmo de la alegría y la libertad.

Y si; son estos momentos en los que uno quisiera alargar las horas, ocultar el deprimente giro de las manecillas de nuestros ojos, los cuales se entretienen con la coreografía bien ensayada de luces y destellos en el falso firmamento del lugar. Y de pronto, por aquella señorita desconocida que nos invita con su mirada a conocernos.

Accedo, intentando recordar el procedimiento del “encare”. No estoy seguro si de manera directa o tímida me acerco. Tampoco recuerdo el nombre de la joven, ni su trabajo; pero sí esa sensación de poder, de galantería oculta, que ni yo sabía que la tenía. El sentirse supremo por una vez, sentir que uno controla todo lo que tiene alrededor es más embriagador que lo ingerido permanentemente, y más hermoso que la preciosa pelirroja que tengo en mis brazos. 

La realidad no nos permite sentirnos ni actuar así. Estamos obligados a vivir bajo normas impuestas, tratando de alejarnos de lo más natural que tiene el hombre, de borrar nuestros impulsos y encarcelar nuestras emociones. Por suerte existen lugares donde la ilusión tiene rienda suelta, paradójicamente creadas para mantenernos tranquilos.

Fuera de mi cabeza y de manera sorpresiva, las luces del lugar se encienden. Lastiman la vista por su inmediatez, y mi alegría por poner fin a una memorable y necesaria noche. Mis ojos se irritan, mis piernas se aflojan y se dirigen, junto a otras igualmente tambaleantes al frio habitual de la noche.
Es el impacto del frio el que nos refresca la memoria, el saber que en cuestión de horas estaremos nuevamente frente a una realidad inquebrantable e indomable. Nadie puede con este manicomio irreversible de veinticuatro horas. Obligado eternamente a ir por la derecha, como muchos desean que vayamos nosotros, eternamente también. La única forma de sobrevivir es despistarnos ocasionalmente de que existe esta realidad. Mirar en ocasiones la vida a través de un vaso. Ya se los dije: la libertad se esconde dentro de una botella.

Mientras caminamos al punto de partida, recordamos entre risas lo ocurrido en la noche, prometiendo reiterar próximamente un encuentro entre amigos, aunque todos sabemos que será imposible. Pasaran varios días, inclusive semanas para saborear nuevamente la libertad. No estamos tristes. Es que justamente, la eventualidad de estos momentos los hacen memorables y necesarios. A la realidad y su duración estamos atados siempre. Esta noche fue un regalo.